Capítulo 2. En este capítulo Joel habla del “Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones” (2:2). Delante de él consumirá fuego y provocará terror a los pueblos (2:6). Pero Jehová dice que se arrepientan, con ayuno, lloro y lamento (2:12), que pidan perdón y que Él los perdonará (2:18). “Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones” (2:19). “Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta…” (2:20). Jehová los bendecirá materialmente y espiritualmente (2:28) “Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado” (2:27).
Capítulo 3. Joel anuncia que Israel será restaurada (3:1). Las naciones que persiguieron a Israel serán juzgadas por todos los crímenes que se cometieron en contra del pueblo de Dios. Y que levantará a la nueva Jerusalén por generación y generación (3:20) “Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y Jehová morará en Sion” (3:21).
Dios siempre avisa antes de enjuiciar; si no nos arrepentimos, Dios envía su juicio. El arrepentimiento es necesario para restaurar nuestra relación con Dios. “…Y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo” (2:13).