La joven, de identidad reservada, estaba pasando una agradable noche con Liam Smyth, un muchacho de 24 años que apenas conocía. Fueron a cenar y luego el joven la invitó a su casa a tomar vino y mirar una película.
La velada se empezó a complicar cuando la muchacha pidió pasar al baño y lo tapó. En el apuro y de la vergüenza que le agarró, se le ocurrió tomar su excremento con papel higénico y arrojarlo por la ventana. Desafortunadamente no calculó que la ventana tenía un pequeño espacio antes de la salida al aire libre y su materia fecal quedó ahí.
Sobrepasada por la situación no tuvo más remedio que acudir al dueño de casa para contarle lo sucedido con mucho pudor. Pero para intentar enmendar su contratiempo ofreció meterse entre el espacio de la ventana, dadas sus cualidades como gimnasta amateur.
A pesar de su buena intención, la suerte no la acompañó nuevamente y quedó atorada entre los cristales de la abertura. Con Liam intentaron solucionar el inconveniente pero no pudieron lograr que la chica saliera. La solución fue llamar a los Bomberos.